Mesón Pepa

Nombre: Rafael Fernández López
Edad: 59
Procedencia: San Juan de los Terreros, Pulpí, Almería
Qué ingrediente no puede faltar en su cocina El corazón
Producto de Almería que le gusta Tomate, pimiento o lechuga
Comida favorita del mundo Arroz con conejo y caracoles
Sentirse en casa
Antes de que existiera siquiera el concepto de turismo de playa en San Juan de los Terreros, una mujer había montado allí su chiringuito. Con cabañas de caña, sin agua corriente y con la ayuda de sus hijos, Pepa fue capaz de levantar el primer negocio de hostelería del pueblo y que continúa hasta hoy. “Era una señora pionera y valiente, tenemos historias para hacer una película”, recuerda su nieto Rafael Fernández, hoy jefe de cocina del restaurante Mesón Pepa. Junto a su hermano Cristo continúan el legado de su abuela y su madre, en este rincón icónico de la costa almeriense.
Aunque estudió dirección de sala en Madrid, la vida lo empujó a los fogones. “Llegó un momento en que la cocina no iba bien y le dije a mi madre: enséñame tú, que mejores manos no voy a tener”. Desde entonces su cocina ha evolucionado tanto como él. Lo que empezó como una cocina con muy pocos platos, se ha convertido en una gran carta de cocina mediterránea, con producto diario del mar delante y la huerta que los rodea. “Aquí lo tenemos todo: tomate, calabacín, pescado fresco o cordero segureño. No necesitamos más”.
Uno de sus platos estrella es el calamar al aceite de oliva con canela y piñones. Una receta suya, con la que utiliza el calamar fresco de la zona que se limpia a conciencia. Se asa a la plancha y lo termina con una mezcla en crudo de buen aceite, limón, canela y piñones. “Esa mezcla de sabores exóticos lo convierte en algo muy especial”, cuenta. Y es que algo debe de tener este plato porque, en los meses de más afluencia, se llegan a vender hasta mil kilos de calamar. “1000 kilos que hay que limpiar y cocinar, ¡que se dice pronto!”, apostilla riendo.
También es muy celebrada su lubina a la espalda: pieza salvaje, de buen tamaño, cocinada al horno y acabada con un sofrito de ajos y piñones. “Ese momento en el que veo la cara de un cliente cuando lo prueba, eso no se paga con nada”. Rafael se emociona contando cómo una vez una clienta vino desde Alicante a comer al restaurante y rompió a llorar al terminar la comida: “Nos dijo que no sabía por qué, pero se había emocionado de lo a gusto que estaba. Que la habíamos hecho sentir como en casa”.
La cocina de Rafael ha cambiado mucho desde los primeros días. “Antes hacíamos lo que podíamos, pero hoy cada plato lleva su presentación, sus condimentos, su elaboración con sentido”. Él mismo dice que si pudiera hablar con aquel Rafa joven le diría: “Esfuérzate, que merece la pena”. Y todo el que visita el Mesón Pepa nota que que merece la pena, cuando se sienten como en casa en estas paredes que levantó su abuela.