La Bellota y El Buey

Nombre: Alejandro Gilabert
Edad: 32
Procedencia: Almería
Qué ingrediente no puede faltar en su cocina Cilantro
Producto de Almería que le gusta Migas
Comida favorita del mundo Lentejas bien hechas
Solo para gente feliz
Los primeros recuerdos de Alejandro Gilabert en la cocina son con las manos llenas de harina, amasando pizza con su madre. Tenía solo cuatro años. “Y aún me acuerdo”, dice sonriendo. Hoy, con 32, es el chef de La Bellota y el Buey, un restaurante en Almería que ha convertido la carne en un arte. Aunque la cocina le viene de familia, fue la vida la que lo fue empujando, poco a poco, hacia los fogones. “Al final, la cabeza te funciona siempre pensando en la cocina. Es un estilo de vida”, resume.
En La Bellota y el Buey apuestan por una cocina casual pero muy cuidada, con el producto como eje central. “Queremos que el cliente se sienta cómodo, feliz y que coma bien. Producto de primera y un servicio con cariño”, explica. Todo el local está pensado como un espacio amplio para compartir, disfrutar y repetir. La carne es el plato estrella, pero la carta se complementa con pescados, verduras y platos tradicionales almerienses. “Cada día tenemos un arroz y un plato de olla: trigo, berza, lentejas o ajo pollo. Hasta gachas y migas cuando llueve”.
Pero si hay un plato que define este restaurante es el abanico ibérico a la brasa. Carne de bellota, madurada de forma personalizada para Almería, hecha con carbón de encina, acompañada con patatas, pimientos, verduritas frescas y mojo picón. “Esa carne me la como sin nada y está buenísima”, asegura Alejandro. Lo más importante es el respeto al producto: buen punto, sal justa y mimo en el pase. “No necesita mucho más”.
Otro plato muy celebrado es el salmón fresco con teriyaki. Se marca en plancha y se sirve sobre un wok de verduras con un toque de soja. Sencillo, directo y sabroso. “Aquí no buscamos complicar. La clave está en tratar bien el género y cocinar como lo harías para ti. Si a ellos les gusta, me alimenta a mí también”. Esa es la filosofía de Alejandro, que sigue cocinando con la misma emoción con la que amasaba pizza con su madre.
Dicen que comer en La Bellota y el Buey es “solo para gente feliz”. Y algo tiene de verdad, porque aquí, el cariño se nota en cada corte. Y aunque Alejandro no siempre ve a los comensales, sabe que cuando disfrutan de un plato suyo, es como si lo disfrutara él también. Cocinar, al final, es eso: dar sin esperar nada, y recibir sin darte cuenta.