Alquímico

Nombre: Borja González
Edad: 36
Procedencia: Huércal de Almería, Almería
Qué ingrediente no puede faltar en su cocina El ajo
Producto de Almería que le gusta La caballa, un buen tomate de la tierra o un pimiento bien trabajado
Comida favorita del mundo Todas, pero en especial la cocina mediterránea
Una experiencia indescriptible
La propuesta de Alquímico no se parece a nada que haya en la ciudad de Almería. Es una de kilómetro cero y desenfadada, de esas de chuparse los dedos. “Nos gusta que la gente se manche, que coma con las manos. Hacemos finger food con raíces tradicionales y mucho juego con los sentidos”, explica Borja González, el jefe de cocina del restaurante. Precisamente, esta cocina está a la vista, con una gran cristalera para que los comensales vean que allí no se esconde nada.
Desde bien pequeño, Borja vivía pegado a su abuela. Y aunque diga que puede parecer un topicazo eso de que todos los cocineros tienen influencia de sus abuelas, para él es la pura verdad. “Tenía una mano espectacular, y me enseñó tanto que cuando falleció sentí que tenía que seguir su camino”, recuerda. “La cocina es mi forma de mantener su recuerdo conmigo”.
Uno de los platos más queridos son las croquetas Carmela Morales, un homenaje a su abuela. Se hacen con un fondo de cocido casero, con huesos blancos, jamón y hortalizas, y se empanan con panko japonés para lograr el contraste entre lo crujiente y lo meloso. “Las boleamos en cada servicio para que no pierdan textura en la cámara”.
Otro plato que arrasa son los canelones de pollo de corral con foie y queso ahumado, una reinterpretación del pollo asado de su infancia. “Son recetas que llevan tiempo, cariño y estudio. No son solo nostalgia, están muy trabajadas”, dice Borja. La carta cambia cada pocos meses y siempre hay platos fuera de carta con producto de temporada. Todo pensado para que quien repita, pruebe algo nuevo.
Borja ha viajado por medio mundo —Tailandia, Cabo Verde, Miami, el norte de España o Egipto— y en cada lugar ha encontrado inspiración para aplicarla en sus platos. Pero su cocina sigue siendo la de casa, solo que con pasaporte. “A mí lo que me llena es ver a la gente feliz. Eso me da la energía para volver al cien por cien al día siguiente”. Cuando alguien le pregunta cómo definiría Alquímico, lo tiene claro: “Es una experiencia indescriptible. Tienes que venir a probarla”.